LOS CAMINOS DE LA MIEL

Hay reunión en el local de la Cooperativa de Muuch Kaab, en la comunidad de Los Juárez, Quintana Roo. Las socias toman su lugar conforme van llegando. Algunas todavía no acaban de soltar las amarras de sus quehaceres domésticos. La junta va a celebrarse entre los ires y venires de ojiabiertas criaturas, nutrición de bebés y breves fugas a apaciguar maridos gruñonamente complacientes. Hoy no toca una jornada habitual de trabajo ni es propiamente una asamblea. Simplemente se va a rendir cuentas de un reciente éxito: el récord de ventas obtenido por las compañeras que llevaron los productos del colectivo a la4ª Expo de los Pueblos Indígenas. Más que para informar sobre resultados que todo el pueblo conoce ya, es una ocasión para celebrar la hazaña en grupo. Nosotros/as acudimos a festejar con ellas como miembros de UNICOOP, una universidad cooperativa que ha aportado talleres de capacitación para estas cooperativistas, a solicitud de la Travel Foundation que ha venido apoyando la constitución de este grupo en sus diversas etapas.¿Cómo se sintieron? –le preguntamos a Mirna y Erlinda, las enviadas a la Expo.
-Pues, yo, primero muy nerviosa –comenta Myrna– porque no había ido a un evento tan grande, había 400 grupos que se dedican a hacer productos artesanales de todos los estados.
-¿Piensas que su participación fue buena para la Cooperativa?
-Bueno, nosotras fuimos con el objetivo de vender porque de los eventos obtenemos mejores ganancias para la cooperativa, pero esta vez, además participamos en un taller en donde se expusieron los trabajos de cada comunidad. Nos gustó la actividad porque conocimos el trabajo de grupos como nosotras; vimos que a algunos grupos les falta mejorar sus productos y que hemos crecido mucho.

Ellas llevaron a la Expo el mayor stock de productos de toilette y medicinales a base de miel que han logrado acumular hasta la fecha. El evento tuvo lugar en la ciudad de México, del 19 al 22 de noviembre de 2016. Las enviadas fueron Mirna y Erlinda. Trajeron aproximadamente 41,000 pesos. Por supuesto, no toda esta suma es ganancia. Pero hay otras ganancias que es imposible contabilizar con cifras.

Para este evento, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) apoyó a la Cooperativa con financiamiento, principalmente para la compra de etiquetas, viáticos y transporte para las dos enviadas. El financiamiento aportado por la CDI fue de 15,000 pesos.
-Es la primera ocasión que asistimos a este evento –comenta Mirna– aunque no es la primera vez que nos invitan. El año pasado no se concretó porque no alcanzamos a cumplir las especificaciones que solicitaba la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI). Este año nos preparamos con muchos meses de anticipación: nos pidieron que modificáramos las etiquetas, agregando el logotipo de manos indígenas (para ello tuvimos que realizar gestiones con el diseñador e imprimirlas de nuevo); también negociamos que se respetaran nuestros envases (nos pedían que fueran de cristal, pero los convencimos de que eso no es adecuado para nuestros productos);finalmente, nos solicitaron una dotación de 100 piezas por producto (casi nos pasamos a vivir aquí por unos días).

El propósito de estas cooperativistas es común, las habilidades son distintas; y parte del reto es conjugarlas de manera productiva y sabia. Si finalmente pueden arrancarle a su ocupada vida cotidiana el tiempo para perseverar y el ánimo para conciliar diferencias entre ellas es porque comparten profundamente una doble motivación: el motivo manifiesto es mejorar la calidad de vida de sus familias; pero un motivo no menos potente es hacerse de una vida para sí mismas. Es una opción de vida que tiene costos afectivos, implica someter a prueba los roles familiares y comunitarios. Pero a ellas, la experiencia les confirma la sensatez de la opción que han adoptado. Parodiando aquél viejo dicho ellas podrían decir: la vida buena cuesta, tal vez hay una vida menos costosa, pero ésa ya no es vida.

Éxitos no les han faltado. Aunque el proyecto no pueda describirse como plenamente consolidado, arroja progresos muy notorios. El local con sus recientes accesorios e instalaciones no es sólo un hermoso sitio de trabajo, es refugio y lugar de encuentro. Siguen a bordo del sueño ocho de las once emprendedoras que lo pusieron en marcha hace 7 años. El único varón que se atrevió no les aguantó el paso y, amistosamente (hay que reconocer), cedió sus derechos a la vista de las dificultades. Ellas, se comprometieron a conservar el don de las abejas meliponas y no han quitado el dedo del renglón. Al principio, simplemente vendían la miel. Hoy, aparte de conocerlas mejor y criarlas amorosamente, han multiplicado sus productos y sus oportunidades.A nosotras nos compraba todo tipo de público -comenta Erlinda- porque era un evento gratuito, cualquier persona podía comprar. También se acercaron algunas empresas y nos pedían nuestras tarjetas e información de nuestros productos. Eran empresarios que tienen tiendas donde venden productos artesanales como los nuestros.
¿Quieren volver a ir?
-Myrna: Nosotras nos sentimos muy contentas, fue una experiencia inolvidable. Fue muy difícil, pero estamos muy comprometidas, tratamos de hacer todo bien porque, sí, el próximo año deseamos regresar. Los resultados fueron muy buenos nunca habíamos vendido tanto en un evento y fue muy importante porque estas actividades son las que dejan mayores ganancias a las cooperativistas.
-Erlinda: A mí este proyecto me hizo organizarme porque, cuando hay hijos es un poco difícil dejarlos toda una semana. Le agradezco a mi esposo que me ayudó con mis hijos y esto me hizo concentrarme en lo que fui hacer, en ser parte de este evento. Fue muy bonito y me responsabilicé porque esto representaba el proyecto de las compañeras de la cooperativa. Yo sé que las compañeras tienen una esperanza de tener mejores ganancias porque es en estos eventos donde obtenemos algo más para nuestras familias. También agradezco a la cooperativa misma que me dio la oportunidad de asistir a una Expo tan grande y poder ofrecer y vender nuestros productos. Además también me dio la oportunidad de viajar y conocer un poco la ciudad, yo nunca había podido disfrutar de ir y conocer otro lugar. Pero, así como disfruté mi estancia, me hice muy responsable de mis productos. La organización del evento al principio era confusa por ser tantos productores; y, en ocasiones, los productos se perdían en los estantes. Yo siempre estuve al pendiente de nuestras cajas y lo mismo pasó cuando finalizó el evento. Siempre cuide nuestros productos porque era el trabajo de todas.
Esa es la historia de fondo que alimenta de manera menos visible el emprendimiento de Muuch Kaab: la reconstrucción de la vida personal de un grupo de mujeres, amas de casa que adquieren al vapor capacidades productivas y gerenciales, que se auto-reconocen talentos y desarrollan su personalidad. No renuncian a sus compromisos familiares y comunitarios, los revolucionan. Y como efecto colateral, tal vez imprevisto pero íntimamente valorado: viven vidas más intensas, son alguien en su universo.